Relaciones para toda la vida

Hay relaciones que quise que duraran toda la vida: no me atrevía a cuestionar la duración, como un tímpano que reverbera indefinidamente con el timbre de una campana. Porque las raíces superfluas se extienden uniformes anudando nuestros cuerpos de amantes. Porque no me atrevía a confrontar el yo con la persona, la voz con la palabra. No me permitía cerrar un ciclo; sentía que la sucesión de los ciclos se acabarán algún día. Pensaba que las relaciones son finitas.
Hay relaciones que duran toda la vida porque no se atreven a empezar de nuevo, cada día. Para siempre.